La sharing economy, o consumo colaborativo, es un concepto que se ha afianzado en las últimas décadas, encontrando aplicación en diversos sectores económicos y sociales. Su origen se remonta a la crisis de 2008, cuando, especialmente en Silicon Valley, California, EE.UU., un grupo de jóvenes emprendedores interesados en el mundo de la tecnología y las startups pensó en responder a las nuevas dificultades económicas con un modelo que buscaba disminuir los desperdicios compartiendo recursos. Desde entonces, las cosas han evolucionado mucho y lo que comenzó como un movimiento desde abajo, casi filantrópico, se ha convertido, en algunos casos, en la base para la creación de nuevos oligopolios. Sin embargo, el universo del consumo colaborativo sigue vivo y generando iniciativas interesantes.
¿Qué es el consumo colaborativo?
La entrada del Oxford Dictionary dedicada a la sharing economy o consumo colaborativo dice: "Es un sistema económico en el que bienes o servicios son compartidos entre individuos privados, gratis o pagando, a través de internet. Esto facilita alquilar tu propio coche, tu piso, tu bicicleta o incluso tu red wifi cuando no los estás utilizando”. Rachel Botsman, autora del libro ‘What’s Mine is Yours: How Collaborative Consumption is Changing the Way We Live’ y colaboradora de importantes medios internacionales, sostiene que: "La sharing economy es una idea destinada a perdurar, pero con el tiempo se ha perdido el concepto de lo que es y lo que no es. El panorama se está volviendo cada vez más confuso y esto es un problema”.
De hecho, a lo largo de estos casi veinte años han surgido diferentes definiciones contiguas o análogas a la de consumo colaborativo, como peer-to-peer economy, gig economy, economía on-demand y economía colaborativa. Estos términos, aunque a veces se usan de manera intercambiable, indican actividades ligeramente o sustancialmente diferentes, sin embargo, el concepto subyacente sigue siendo el mismo: generar ingresos compartiendo un bien propio, eliminando lo más posible la intermediación entre quien posee el bien y quien lo utiliza temporalmente.
La pandemia iniciada en 2020 tuvo un impacto inevitable en el consumo colaborativo. El ‘compartir’ que es la base del concepto de esta nueva modalidad de economía, de hecho, se volvió más difícil, cuando no imposible, por las normas de higiene y distanciamiento social necesarias para combatir el Covid-19. No obstante, según el ISO Foresight Trend Report, en los próximos años este modelo debería crecer a un ritmo del 25%, lo que lo convierte en uno de los pilares de la economía actual y objeto de estudio de cursos dedicados a la formación de directivos como por ejemplo un Máster en Emprendimiento.
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Tipos de consumo colaborativo
El término consumo colaborativo es genérico y omnicomprensivo, existen definiciones más específicas y circunscritas para los diferentes tipos. Veamos algunas.
- Los servicios on-demand, también conocidos como economía on-demand, consisten en plataformas que permiten satisfacer directamente las necesidades de los consumidores a través de la entrega inmediata de bienes y servicios, aprovechando la potencia de los ordenadores y los trabajadores freelance. En la categoría de servicios on-demand, también incluyen gigantes como Netflix o startups como Medicast, una aplicación que permite llamar a un médico a domicilio, y Axiom que proporciona abogados y consultores.
- La gig economy, literalmente economía de los ‘trabajitos’, indica generalmente todos esos modelos de negocio en los que la fuerza laboral está representada principalmente por contratistas independientes y freelancers en lugar de empleados fijos. Forman parte de ella tanto los repartidores (riders) como los conductores (drivers) de empresas como Delivery o Uber. Los primeros porque son pagados principalmente por entrega y considerados contratistas independientes; los segundos porque los propietarios de los coches son pagados por una prestación profesional.
- La economía peer-to-peer es un modelo descentralizado donde los individuos interactúan para comprar o vender bienes y servicios directamente entre sí, sin la intermediación de una tercera parte o empresa. El comprador y el vendedor realizan las transacciones directamente entre ellos. El productor posee tanto las herramientas (o medios de producción) como el producto terminado. Este enfoque se contrapone al capitalismo tradicional, en el que los propietarios de las empresas controlan los medios de producción y el producto terminado, contratando mano de obra para el proceso productivo.
El término rental economy ganó popularidad en los años 2013 y 2014, como sinónimo de sharing economy, del cual fue en parte reemplazado. La rental economy se basa en el concepto de ‘renting’: alquiler. Entre las startups que operan en la rental economy se incluye Airbnb, la plataforma internacional que permite a los usuarios alquilar temporalmente apartamentos o casas privadas.
Ejemplos de consumo colaborativo
Hechas todas estas distinciones, queda claro cómo el consumo colaborativo ya representa un concepto de gran relevancia en la era digital. Uno de los primeros ejemplos de consumo colaborativo fue eBay, el conocido sitio de ventas y subastas en línea fundado en 1995 por Pierre Omidyar en California. Este marketplace, que permite la compraventa de objetos y productos, es considerado uno de los primeros facilitadores de la sharing economy durante la época de transformación tecnológica. Wallapop es otro ejemplo más reciente.
En los últimos años ha cobrado especial relevancia el fenómeno de la sharing mobility, que podríamos considerar uno de los muchos tipos de consumo colaborativo. Consiste en la posibilidad de moverse de un lugar a otro a través de medios y vehículos compartidos como car sharing, bike sharing o scooter sharing, pero también car pooling y modos análogos de compartición.
En esta línea se inserta la actividad de BlaBlaCar, la startup que permite a los usuarios intercambiarse viajes en coche: un ejemplo de consumo colaborativo ligado a la movilidad. El caso de Uber, en cambio, cuyos conductores utilizan su propio coche para ofrecer servicios de transporte a los viajeros, es una mutación, o degeneración, del concepto original de consumo colaborativo, al igual que lo es Airbnb, que nació como una evolución del fenómeno del couchsurfing, en el que las personas compartían sus sofás para alojar a alguien, y que se convirtió en una multinacional de la hospitalidad.
En definitiva, el consumo colaborativo es uno de los capítulos de una suerte de gran novela colectiva sobre la innovación tecnológica, económica y social que se está escribiendo día tras día, página tras página, y que aún puede deparar sorpresas.